El guiño cítrico de la bergamota abre la puerta de forma elegante y un cedro robusto nos indica que ese lugar es privado, propio, íntimo: es ese rincón donde podemos estar cómodos y reservarnos el derecho de admisión.
La madera que vive en Woods nos dibuja muebles clásicos, alfombras persas, estanterías con novelas de tapa dura y títulos dorados. Una lámpara de luz tenue y cálida situada encima del mueble-bar nos alumbra mientras estamos sentados en un sillón de piel redondeado frente a la chimenea:
Mirar al fuego nos calma, quizá servirnos una copa también.
El dulce del sándalo viene para suavizar al cedro y nos apetece de invitar a alguien con quien poder estar a gusto hablando de las cosas importantes de la vida: preocupaciones, emociones, sueños…
Sólo una persona de nuestra total confianza, sólo alguien tan cómplice que nos haga sentir que podemos compartir las inquietudes más profundas que llevamos dentro y no podríamos contar a nadie más.
Woods es el espacio para crear los verdaderos lazos humanos: ese lugar propio donde hablar de lo que nos une de verdad.
Así, envueltos en una relajante pausa vital, parece que sólo nos quede sitio para los pensamientos más puros.