Cuando respiramos la rosa y sentimos su firmeza, nos damos cuenta enseguida de que Roasmur está hecha para ayudarnos a conquistar el ambiente.
Sólo un segundo después, el corazón de mirra entra en escena para unir el dulzor de la resina con el de la flor, y así transformarla en una esencia totalmente nueva que conserva todo el poder y la intensidad de sus aceites esenciales.
Roasmur busca presencia.
Su encanto dulce y empolvado nos recuerda a las paredes de palacios antiguos, con sus molduras doradas sobre fondos pastel. También al gusto por lo refinado, a los buenos modales y al poder de lo bonito.
Como la verdadera belleza –que permanece siempre– el fondo de mirra se quedará allí donde el resto ya se ha ido.