Con la dulzura de su madera de sándalo, Hikamura te muestra un bosque controlado: parece como si alguien cuidara de su aspecto para preservar la magia del lugar.
Sus árboles son robustos y están muy cerca unos de otros: cuando avanzas a través de ellos, el aroma de sus cortezas se mezcla con olor de la tierra para darte una bonita experiencia natural.
Poco a poco se separan y llegamos a un claro donde vemos algo que no pensábamos encontrar:
Un jazmín.
Uno solo: iluminado, exento, brillante.. reinando en ese espacio como si fuera un tesoro, como si fuera una flor sagrada que nos trae un mensaje.
Igual que un entorno duro hace más bonita la visión de un loto, sentiremos más fuerte la frescura floral y delicada del fondo de jazmín de Hikamura porque llegamos a ella tras recorrer la espesura del bosque.